– Una Catalunya mejor ¿para quién?

Versió en català aquí Sandra Ezquerra[1] Anunciaba la campaña electoral de Convergència i Unió el inicio del cambio y una Catalunya mejor. Pues ya estamos. Las elecciones tienen un ganador y, en referencia a su programa, cabe preguntarse por dónde andarán las mejoras.

A pesar de la retórica del conservadurismo compasivo, medidas como la “transformación de la renta mínima de inserción”, la creación “de un compromiso de ciudadanía [para los recién llegados] que comporte respeto y actitud de integración al país”, la “supresión del impuesto sobre sucesiones y donaciones” y, entre otras, la aplicación del “principio de austeridad en toda la administración pública” supondrán un retroceso importante para todas aquellas personas crónicamente excluidas del mercado laboral, en los derechos de la población inmigrada, en la creación de un sistema fiscal progresivo y en la calidad tanto de los servicios públicos como de los puestos de trabajo que los conforman. No obstante, la profundización de las medidas neoliberales implementadas por el Tripartit no es el único rasgo definidor del proyecto de país de Artur Mas para los próximos cuatro años. También lo son algunas ausencias, como por ejemplo la escasa mención de las políticas entorno a la igualdad de género y la inexistencia de medidas a favor de la libertad de las personas, incluyendo a las mujeres, de decidir sobre nuestro propio cuerpo y futuro.

Hace unas semanas miles de personas salimos, de nuevo, a la calle con motivo del Día Internacional contra las Violencias de Género, para reivindicar el derecho de las mujeres a vivir una vida digna y en libertad. Numerosos estudios han coincidido durante los últimos años en que los diferentes tipos de violencias de género son perpetuados por la pervivencia de estructuras e ideologías patriarcales que recluyen a las mujeres en la dependencia y la invisibilidad del ámbito privado, que definen rígidamente y de forma binaria los roles de género a los que nos acogemos las personas y que excluyen cualquier itinerario vital o identidad y opción sexual no domesticables por el asfixiante modelo de la familia tradicional heteronormativa. Esto sucede independientemente de que la violencia sea ejercida contra mujeres, personas homosexuales, lesbianas o de identidad trans o ejecutada en su vertiente física, psicológica, económica, simbólica o sexual.

Desafortunadamente, el nuevo Molt Honorable no tiene demasiado que decir al respecto. Llama la atención de su hoja de ruta política la ausencia de cualquier priorización de la lucha contra las violencias machistas y la falta de propuestas para continuar recortando las desigualdades de género, identidad u opción sexual, así como para implementar algunas de las políticas de género aprobadas por el gobierno central. En este sentido, las palabras interrupción voluntaria del embarazo, aborto, machismo, machista, sexista o feminismo no figuran en ningún lugar de su programa. Y en ningún lugar significa cero veces. La palabra violencia de género aparece una vez y de forma descontextualizada, el mote gay lo hace dos, una de las cuales para garantizar el apoyo psicológico y emocional ante la existencia del hecho gay en la unidad familiar [sic] y la palabra embarazadas figura en el bloque de políticas familiares para promover la educación de las adolescentes en la maternidad sin que se haga ninguna mención sobre la opción de abortar. En claro contraste, austeridad aparece ocho veces, religión 36 y familia 84.

Recapitulando, más moralismos (católicos), más recortes sociales y un retorno al pilar fundamental de la sociedad catalana: la familia en mayúsculas, la de toda la vida. Ello pasa, entre otras cosas, por una devolución de las responsabilidades del cuidado a los hogares, por una problematización de cualquier condición sexual que no sea normal y por un retroceso en la libertad de las mujeres y de las personas para elegir, más allá de los dictámenes de la familia y la sociedad patriarcales, sobre nuestra vida y nuestra autonomía. En definitiva, el cambio orgullosamente anunciado por CIU pasa por una silenciosa, pero no por ello menos hostil, cruzada contra numerosas victorias obtenidas por los feminismos, incluyendo la visibilización de las violencias de género, durante los últimos años.

Las y los que seguiremos luchando desde abajo por nuestros derechos nos preguntamos en voz alta, ¿una Catalunya mejor para quién? Para nosotras y nosotros seguro que no.

[1] Artículo aparecido en la edición catalana de Público el 23 de diciembre del 2010.

2 comments

  1. bon article i oportú. El dia d’investidura. Mas inaugura govern de dreta dura i pura amb l’acompanyament extern del PSC en una clara aposta per la sociovergència de fons. I és que la sociovergència ja campa a plaer des de fa molts anys i és aquell partit difús que coaliga interesos econòmics i polítics, combina trasversalitats de silenci davant la corrupció i imposa els trets bàsics del model de país (educació, infrastructures, aplicació de mesures antisocials) fins i tot quan hi havia el difunt tripartit (amb la benedicció de les esquerres subalternes). Quin panorama…i quina resposta, la nostra, seguint organitzant la resistència i intentant ser més en la dissidència comuna.

    Bon any!

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