– La dignidad de las mujeres como coartada

Original en català aquí

Sandra Ezquerra|Públic. La vicepresidenta del Govern de la Generalitat de la Generalitat y consellera de Gobernación y Relaciones Institucionales, Joana Ortega, anunció hace unas semanas la intención del Gobierno de regular el uso del burka y el niqab con el objetivo de preservar la dignidad de las mujeres. La principal motivación de la Consejera parece ser que no quiere retrocesos en materia de igualdad de género después de que en Catalunya las mujeres hayamos tardado tantos años en alcanzar los mismos derechos que los hombres. En vista de esto se me ocurren dos interrogantes: ¿hemos logrado realmente la igualdad de derechos en relación con los hombres? Si es así, ¿la regulación de estas prendas implicará un mayor avance en la igualdad de género?

En cuanto a la primera interrogación, sabemos que las mujeres en Catalunya continuamos sufriendo una representación desproporcionada en las jornadas laborales parciales, los contratos temporales y, entre otros, la población inactiva y parada. También perdura nuestra discriminación salarial, segregación laboral y concentración en la economía informal y precaria.

Por otra parte, en el Estado español ya han muerto más de 20 mujeres víctimas de la violencia machista desde inicios de año y las mujeres catalanas seguimos sin poder ejercer plenamente nuestro derecho al propio cuerpo como resultado, entre

otros factores, de las dificultades existentes para implementar la reciente reforma de la ley de aborto. Si bien el nuevo y flamante Govern dels millors no ha mostrado ninguna preocupación respecto a este escenario y ha eliminado durante sus primeros meses programas específicos para nuestra protección contra la violencia de género y, entre otros, contra nuestra discriminación en el mercado laboral, ahora parece mostrar una rehabilitada inquietud por la dignidad femenina y argumenta que la prohibición de los velos integrales puede ayudar a preservarla. Esto me conduce a la segunda pregunta.

La controversia sobre la prohibición de estas prendas en Catalunya constituye un debate artificial impulsado por ciertos sectores de la clase política, y el número de mujeres que las utilizan en nuestro territorio pueden ser contadas con los dedos de una mano.

Convergència i Unió no se encuentra sola en la confección de cortinas de humo: partidos como el PSC y ERC también parecen ir a remolque del discurso claramente xenófobo de Plataforma per Catalunya y el PPC se ha convertido en principal altavoz de un relato en el que la población de origen inmigrante se convierte en el blanco donde la ciudadanía pueda dirigir la rabia, la incertidumbre y el desamparo creados por la crisis económica.

Si los partidos políticos tras iniciativas como la prohibición del velo integral realmente quisieran hacer una apuesta por erradicar las numerosas situaciones de indignidad a las que se ve sometida la comunidad musulmana, como la incapacidad de practicar su religión y sus costumbres de manera normalizada, su discriminación laboral, su criminalización, su estigmatización como retrógrada e inherentemente machista y su dificultad para acceder a numerosos derechos, promoverían medidas de inclusión y cohesión social en vez de regulaciones prohibicionistas y punitivas.

Si les preocupara sinceramente la dignidad de las mujeres, no obstaculizarían el acceso de las que son visiblemente musulmanas a los servicios públicos ni, por otro lado, permitirían la avalancha de publicidad sexista que nos recuerda subliminalmente a todas cada día que nunca acabaremos de convertirnos en dignos objetos del deseo masculino.

Si tuvieran como prioridad fomentar la participación de todas las mujeres en la vida pública, no sancionarían ni condenarían a algunas a quedarse en su casa combatiendo posibles síntomas-unas vestimentas determinadas-con el mal que dicen querer erradicar- la falta de autonomía de las mujeres-.

Si realmente la voluntad fuera de contrarrestar la presencia de la religión en la esfera pública, retirarían crucifijos y subvenciones de las escuelas católicas y dejarían de financiar visitas papales con dinero público. Si se propusieran honestamente empoderar y comprender a las mujeres a las que supuestamente quieren proteger, preguntarían a las principales interesadas cómo y por qué llevan el niqab y el burka. Si sintieran un deseo genuino de legislar a favor de  nuestra dignidad, no destruirían numerosos recursos y avances que tanta lucha nos han costado a las mujeres ni nos utilizarían cínicamente como coartada. Si verdaderamente, en definitiva, quisieran garantizar nuestro derecho a decidir, no decidirían por nosotros. Ni, he aquí la ironía, nos prohibirían decidir.

http://contradecretburca.wordpress.com/

Artículo aparecido en Públic el 26 de abril de 2011

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